* “Dionisos es un dios preindoeuropeo de gran antigüedad […] Su culto en Grecia es evidente por los templos, esculturas de falos, descripciones de procesiones con enormes falos y la persistente tradición de fiestas dionisíacas incluso en épocas posteriores. […] Era un dios-toro, dios de la renovación anual, empapado de toda la exuberancia de la naturaleza. Rebosante de virilidad, Dionisos era el dios más querido por las mujeres. […]
El relato de la Alexandra de Lycophron dice que las mujeres que lo adoraban llevaban cuernos, a imitación del dios, ya que se suponía que tenía cabeza de toro y así se representaba en el arte. Plutarco da más detalles: Muchos griegos representan a la imagen de Dionisos con un toro. Las mujeres de Elis invocan al dios en sus oraciones para que baje a ellas con su pie de toro. Y entre los Argives hay un Dionisos con el nombre de “Nacido de Toro”.
La clave para una comprensión completa del dios masculino y el Dios Toro de la Vieja Europa está en los festivales dionisíacos (Anthesteria, Lenaia y la Gran Dionisíaca). En estos festivales, Dionisos aparece como dios-año. La idea de la renovación es predominante en todos los festivales en invierno y primavera. Cada uno vuelve a reproducir un escenario orgiástico agrícola con falos, copas con forma de falo, vasijas de culto y al hombre-toro (Dionisos) casándose con la reina (diosa).
La fiesta Lenaia, que se celebra en enero, estaba precedida de una Dionisíaca Rural, en la que se llevaban falos en procesión entre la algarabía general, para promover la fertilidad de las semillas sembradas en el otoño, y del suelo durante el descanso del invierno. Se hacían ofrendas ante la imagen de Dionisos y se cantaban canciones fálicas y sobre chivos. El propósito del festival Lenaia era despertar a la vegetación dormida. El festival de la Gran Dionisíaca, en marzo, también estaba destinado a asegurar la fertilidad. A este festival enviaban las ciudades del Imperio ateniense el emblema de la fertilidad, el falo, como parte de su tributo. Anthesteria era un Festival de Flores en honor a Dionisos como dios de la primavera, e incluía libación y regocijo.” Marija Gimbutas, “Diosas y dioses de la Antigua Europa”
* “Phalus, el ídolo, era tanto un tronco erguido, símbolo del árbol y del espíritu de la vegetación, como un miembro masculino […] Este ídolo, llamado Príapo, es prácticamente universal y forma parte de las tradiciones egipcia, griega y romana y se asocia tanto a Osiris como a Dionisos, Baco, Pan y los faunos. […] El antecesor griego de este Príapo es el Dionisos en el árbol que se veneraba en Beocia y al que se hacian ofrendas y sacrificios. Su imagen era también la del poste erguido, sin brazos, con una careta barbuda y ramas que salían de la cabeza o el cuerpo. Según Frazer: se le denominaba El Rey Fructifero, El de la Fruta Verde, El Fructificador…” Ignacio Abella, “La memoria del bosque”