* “Durante ciertas épocas del año, casi todos los inuits obtienen su alimento, su vestido y su combustible de las focas y otros mamíferos marinos. Estos animales suelen sumergirse cuando se les alancea. Los inuit resuelven este problema empleando un arma que les permite herir la presa y recuperarla. Esta arma es el arpón.
Los pueblos primitivos hace muchos siglos que inventaron este notable instrumento, arma que puede simultáneamente matar un animal y asegurarlo al extremo de una cuerda. La punta del arpón, al entrar en el cuerpo, se desprende del astil y se sitúa transversalmente debajo de la piel como una palanca acodillada. El cazador retiene el otro extremo de la cuerda, pudiendo así impedir los esfuerzos del animal para zambullirse. Lo consigue amarrando la cuerda alrededor de un palo hincado en el hielo o, si se encuentra en un kayac, utiliza uno o más pellejos hinchados y atados a la cuerda, la flotabilidad de los cuales impide que el animal se zambulla o nade tan libremente como podría. […] El cazador opera desde el Kayak cuando caza focas en el mar. Pero cuando las focas suben sobre el hielo para tomar el sol, las caza arrastrándose por el hielo sobre el vientre, arañando la helada superficie con unas garras de foca unidas a un mango de madera para simular que es una foca más. Cuando se halla al alcance de la presa, lanza el arpón, impide que el animal escape y lo acuchilla tan pronto llega junto a él.
Un tercer método de cazar focas es el que se realiza a través de los orificios que, para respirar, los animales practican en el hielo. Esto se hace solamente en los lugares donde el mar está cubierto en invierno por una capa continua de hielo, particularmente en el Ártico Central. El perro tiene gran importancia en este tipo de caza; localiza por el olfato debajo de la nieve acumulada el agujero al que la foca debe volver en demanda de aire. Cuando encuentra uno de tales agujeros, el perro se aparta rápidamente y el cazador se pone al acecho.
El orificio respiratorio puede tener solamente unos tres centímetros de diámetro, pero debajo del mismo, la foca habrá hecho con la boca un espacio en forma de cigarro puro, lo bastante grande para su cuerpo. Con objeto de saber cuándo la foca acude a él, el esquimal hinca una varita algo mayor que una aguja de hacer calceta atravesando la nieve hasta la superficie del agua. Este indicador está habitualmente dotado de una pieza transversal que le impide deslizarse hacia abajo, o puede llevar una pluma que proporcionará una indicación más sensible. Cuando el indicador se mueve, el esquimal sabe que la foca ha acudido y lanza su arpón verticalmente hacia abajo. Para extraer la foca, debe ampliar el orificio tallando el hielo. El arpón fue quizás el más ingenioso invento que permitió a los inuit sobrevivir en un clima que recuerda a la Época Glacial.” Edward Weyer, “Pueblos primitivos de hoy”