* “En las sociedades primitivas, cada una de las fases del ciclo vital que constituyen las etapas del desarrollo social de las personas, se caracterizan por prácticas ceremoniales, a las que se denominan rites de passage (ritos de paso), procesos que señalan el pasaje de una etapa de la vida a otra y los respectivos cambios de estatus que dichos procesos establecen.
En el caso específico de los varones, los adultos han utilizado diversos métodos para hacer del niño un hombre de verdad. Estos métodos se han convertido en auténticas instituciones, que sirven para probar que la identidad masculina se adquiere muchas veces mediante procesos sumamente elaborados y difíciles. Suelen cumplir con tres características básicas:
1. Al llegar a la preadolescencia, el muchacho debe abandonar la infancia indiferenciada en la que vivía. Si tal proceso no se cumple en el momento o edad precisa y según ciertos patrones establecidos, acarreará consecuencias irreversibles para el muchacho.
2. El proceso educativo implica el sometimiento del joven a pruebas difíciles. La masculinidad se alcanza al cabo de un combate (incluso contra el propio individuo), el cual debe implicar dolor físico o psíquico, impidiendo de esta forma el desarrollo de una masculinidad débil o simplemente para evitar que esta clase de masculinidad se manifieste.
3. Los ritos de iniciación siempre están dirigidos por varones adultos, quienes se encargan de la masculinización de los jóvenes.
Estos procesos se desarrollan en diferentes momentos de la iniciación y tienen por objeto ayudar al joven a cambiar paulatinamente su estatus y a la conformación de su identidad de varón adulto. Así renace como un hombre, y como un hombre integrado a su sociedad. […]
La mayoría de los ritos de iniciación practicados en sociedades tribales implican, por lo menos, tres situaciones cruciales, todas ellas igualmente dolorosas para el muchacho:
1. Separación de la madre y del mundo femenino.
2. Adopción por parte del joven del nuevo mundo masculino para ganarse el respeto de los demás y pasar a ser un hombre valorado socialmente. […] con la asunción de costumbres completamente distintas a las de la infancia.
3. Sometimiento a pruebas crueles, a veces dramáticas y siempre públicas. Las pruebas se constituirán también en la mejor oportunidad que tendrá el muchacho para demostrar a otros su valor, su impasibilidad frente al dolor y su desprecio por la muerte. Las marcas sobre su cuerpo serán la prueba de su iniciación.
Tales iniciaciones servirán, además, para marcar el fin de la infancia y de la dependencia materna y la entrada al mundo antitético de los hombres. Una vez superadas las pruebas los varones suelen mostrarse orgullosos de haber sobrevivido.” Antonio Segundo Boscán Leal, “Ritos de iniciación masculina en adolescentes marabinos”