* “Los pintores San deseaban enormemente un tipo especial de pigmento de hematites roja conocido como qhang qhang. Este brillaba y centelleaba y sólo se podía encontrar en las altas montañas de basalto. Por consiguiente, los pintores tenían que emprender una peregrinación a las altas cumbres de las Drakensberg si deseaban utilizar este pigmento. […]
Para su elaboración, una mujer tenía que calentar el qhang qhang al aire libre bajo la luna llena hasta que estuviera al rojo vivo. Después se molía entre dos piedras hasta que quedaba reducido a un fino polvo. De esta forma, la producción de pigmento rojo era, al menos en ciertas ocasiones, una empresa colectiva. De la misma manera que los hombres y las mujeres colaboraban en la danza de trance, también cooperaban en la fabricación de pintura.
Después, el qhang qhang molido se mezclaba con un agente extremadamente significativo (la sangre de un alce africano al que se acababa de dar muerte) […] el qhang qhang era el único pigmento que se mezclaba con sangre de alce […] esto indica que cierto tipo de pinturas solo se realizaban tras una caza de alces que había tenido éxito […]
A principios de la década de 1980 una anciana de descendencia San, que vivía justo al sur de las Drakensberg, y cuyo padre había sido un artista-chamán […] nos explicó que la sangre de alce contenía potencia y que por ello se mezclaba con la pintura. Sus palabras y acciones indicaban que una pintura realizada con sangre de alce era una especie de depósito de potencia. Mientras nosotros mirábamos, ella danzaba en la cueva y se volvía hacia las pinturas que su padre había hecho hacía tanto tiempo. Ella levantó sus manos y dijo que el poder entraría en ella. […] La anciana también decía que si una buena persona colocaba su mano sobre una pintura de un alce africano, la potencia que estaba encerrada en la figura fluiría hacia el interior de esa persona, concediéndole así poderes especiales. […]
La importancia de tocar las pinturas rupestres, y no sólo de contemplarlas, la confirman las manchas de pintura en las paredes y los techos de las cuevas […] Numerosas pinturas de figuras humanas y de animales han sido tocadas y la pintura se ha esparcido hasta crear halos borrosos en torno a las imágenes. […]
Las pinturas de alces africanos se referían también a la Danza del Alce Macho que se realiza en la primera menstruación de una muchacha, a los rituales de la primera cacería de un muchacho (durante las cuales se escarifica con grasa de alce), y a las ceremonias matrimoniales en las que se unge a la novia con grasa de alce. Generalmente la grasa de alce simbolizaba todo lo que es bueno, fértil y protector. El alce como símbolo tenía, por consiguiente, múltiples facetas. […] El arte rupestre San tenía muchos significados, y se refería de forma alusiva a diversos contextos rituales y al lugar de los seres humanos en el cosmos.” David Lewis-Williams, “La mente en la caverna”