90. Ciervo, el espíritu del bosque

    * “Respecto a la relación gráfica y mitológica entre el ciervo y el bosque, es preciso decir que se trata de un tema muy extendido.

    El carácter sagrado del ciervo en muchas culturas se explica por su relación simbólica con la regeneración de la vegetación en concreto y de la naturaleza en general, y sus cuernas evocan también cierta forma de hibridación animal-vegetal. Tanto en euskera como en francés la cornamenta arboriforme del ciervo se denomina igual que la rama o madera del árbol (adar = cuerna, rama); y bois = cuerna, madera y bosque). […]

    Y si hablamos de representaciones ambiguas árbol-hombre-ciervo, hemos de referirnos al famoso hechicero cornudo de la cueva de Les Trois Freres pintado hace 15.000 años y a todos los personajes travestidos de vegetales o animales en fiestas y rituales tradicionales de gran antigüedad. […] Ciertamente son muy comunes las imágenes esquemáticas de antropomorfos a los que parecen se les añadieran miembros-ramas, pero no puede generalizarse esta interpretación a todos los casos. Por otra parte, existe una ambigüedad, quizá deliberada, en muchas representaciones que parecen mostrarnos seres mitad hombre mitad árbol, o mitad árbol mitad ciervo.” Ignacio Abella, “El gran árbol de la humanidad”

 

    * “Era la cierva una de las epifanías de la Diosa como madre de la vida; arcaica tradición ésta que nos ha sido transmitida a través de leyendas y recuerdos populares de todo el mundo. El carácter sagrado de la cierva podría provenir de la importancia vital del ciervo y del reno como fuentes de alimento en el Paleolítico. Debido a la rapidez con que crece su cornamenta, el ciervo simboliza la fase creciente de la luna y, por lo tanto, el principio generador de la vida.” Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la Diosa”

 

    * “Las misteriosas conexiones de la Diosa Parturienta con la cierva se manifiestan a lo largo de la Prehistoria y también hallamos constancia de ellas en tiempos históricos. […] Según Pausanias, la estatua de Artemisa, existente en el Templo de Desponis, en Arcadia, estaba vestida con pieles de ciervo; por otra parte, Artemisa y su compañera Taygete adoptaban la forma de ciervas. […] En Grecia existía la creencia de que las ciervas preñadas nadaban hasta una isla consagrada a Artemisa, cerca de Colophon, para tener allí sus crías. La Diosa sumeria del alumbramiento también era una cierva.

    La imagen de la Diosa cierva se conserva en fantásticas leyendas escocesas e irlandesas: las mujeres sobrenaturales y con grandes poderes de las narraciones escocesas podían transformarse en cierva (o la cierva en mujer). En Siberia, la creencia en ciervas preñadas como madres donates de vida pervivió hasta el SXX; estaban cubiertas de pelo y tenían astas rameadas.” Marija Gimbutas. “El mito de la Diosa”