* “El primer vínculo social estable de la especie humana no fue la pareja heterosexual (mujer y varón) creada por el cazador, como sostiene la mayoría de científicos sociales, sino el conjunto de lazos que unen a la mujer con la criatura que da a luz. El vínculo original diádico madre/criatura se expande al agregarse otras mujeres en estado de gestación-crianza, y las que habían pasado ya por esas etapas, para ayudarse en la tarea común de dar y conservar la vida. La misma circunstancia las aúna, y el conocimiento compartido permite que cristalice la solidaridad entre ellas. Se origina así el grupo social primario, compuesto por mujeres de varias generaciones y sus proles. Los lazos que establece la cópula en la época arcaica son momentáneos e inestables, y no parecen haber sido el elemento fundacional del grupo. […]
Con frecuencia se utiliza una metáfora para hablar de las relaciones que establecen los seres humanos y se dice que conforman la tela de la sociedad. En virtud del papel que ha desempeñado la mujer, podríamos decir que es la urdimbre o recto del hilo; el conjunto de hilos paralelos que se colocan en el telar para empezar la tela. Es el primer paso del proceso, sin el que no podrían darse los demás. Por otra parte es la dirección del tejido que posee mayor resistencia. […] El hombre al entrar en relaciones específicas con la mujer, conforma la trama. La tela entones, es una función de enlace correcto de urdimbre y trama, estructura que es producto de la inserción de una dirección en la otra.
El ginecogrupo (y no la pareja heterosexual) es la primera forma de organización humana, original y universal. Esto significa que no es un tipo de organización cualquiera, sino la primera forma grupal que permite la consolidación de la especie en el tiempo. […] Dicho de otra manera, no es un resto de una forma de organización entre varias posibles, sino la original, a partir de la cual se derivarán todas las variables conocidas.” Martha Moia, “El no de las niñas”
* “En el cuidado de los frutos de su cuerpo aprende la mujer, antes que el hombre, a desplegar su amor y cuidados más allá de los límites de su propia persona y a dirigir todo el talento creador que colme su espíritu al sustento y embellecimiento de otros seres. Estos cuidados son la base del desarrollo de la cultura, de ellos procede toda buena obra en la vida, toda entrega, todo cuidado y todo duelo final. Esta idea es expresada por los cretenses cuando vuelcan el máximo amor a su tierra natal en la palabra matria, y a esta idea se hace referencia cuando se ensalza la comunalidad del regazo materno como el lazo más profundo, como la única verdadera y originaria unión fraterna, cuando apoyar, defender y vengar a la madre se instituye como la obligación más sagrada.” Johan Jakob Bachofen, “Mitología arcaica y derecho materno”