* “La Placenta, la raíz de tu origen, es un órgano milagroso que comparte y protege tu vida. Es el hilo conductor que te une con tu madre […] Históricamente, los relatos de nuestra creación nos hablan de la Madre Tierra dando a luz al mundo: su fluido amniótico se convirtió en océanos, y la placenta se convirtió en el Árbol de la Vida. […] Mírate el ombligo. Indudablemente, hay una pequeña depresión o cicatriz que ha quedado del desprendimiento de tu cordón umbilical, justo en el centro de tu cuerpo. Esta es una marca permanente, un recuerdo que te hace recordar tu placenta, que fue crucial en tu desarrollo como embrión y feto. Sin embargo, en nuestra cultura moderna no pensamos en nuestros cordones umbilicales ni en nuestras placentas. Hoy en día, casi todos los hospitales de occidente simplemente se deshacen de las placentas de los bebés tirándolas como meros residuos médicos. ¿Cómo ha sido que la placenta, algo fundamental para nuestra supervivencia y nuestro bienestar futuro, haya perdido su importancia y haya llegado a ser considerada como basura? Robim Lim, “La placenta: el chacra olvidado”
* “La placenta es honrada por culturas de todo el planeta: Los navajo de Norteamérica entierran la placenta de sus hijos dentro de lo que denominan las cuatro esquinas sagradas para vincular a su nuevo hijo con su tierra y sus ancestros. Los maorís de Nueva Zelanda entierran la placenta en su tierra nativa por la misma razón. De hecho tierra y placenta comparten la misma palabra: whenua. […]
Los igbo de Nigeria y Ghana consideran a la placenta como el hermano gemelo del bebé nacido. Las culturas aymara y quecha de Bolivia comparten la creencia de que la placenta tiene su propio espíritu. Los nativos de Malasia consideran que la placenta es la hermana mayor del bebé y así, cuando el bebé sonríe inesperadamente, se dice que está jugando con su hermana. Las gentes de la Isla Celebes en Indonesia también consideran la placenta como un hermano mayor. La conservan cuidadosamente en un recipiente especial envuelta en algodón blanco, antes de ser enterrada ritualmente por la madre bajo una palmera que se planta para la ocasión. Creencias similares se pueden encontrar en Java y Bali. […]
En Islandia, se piensa que el espíritu guardián del bebé reside en la placenta, de hecho la llaman fylgia, que significa ángel de la guarda. Entre las culturas aborígenes de Australia, la placenta es considerada como la compañera del niño y es enterrada ceremonialmente, honrándola en silencio. […]
Tal vez deberíamos reconocer la sabiduría de los antiguos y comprender que la placenta es algo más que un desecho postparto. Sirve para el sagrado propósito de crear la vida. Honremos esa perfección de la naturaleza de una manera significativa.” Jodi Selander, “Placenta rituals from cultures around the world”