* Testimonio sobre la educación de los niños lakotas (Sioux, Norteamérica) según el relato del jefe Oso Erguido recogido en el libro Cuando la hierba es verde, el niño indio:
“Cuando aprenden a hablar, cosa que hacen al mismo tiempo que los niños blancos, los niños lakotas reciben toda clase de ayudas y estímulos. Pero los adultos no les hablan jamás como a niños, y siempre que hablan delante de ellos utilizan el lenguaje normal.
La educación de los niños lakotas les impulsaba a sentir admiración por todos los que poseían sabidu-ría y experiencia, así que todos deseábamos ser sabios y adquirir experiencias. Por eso, un niño como yo, que no era muy distinto de los demás, quería realizar todo tipo de hazañas. […]
El proceso de aprendizaje no se interrumpía jamás. El cuerpo y la mente crecían al unísono. Nadie podría imaginar lo mucho que se puede aprender aguzando la vista y el oído. El niño aprendía muy pronto que había una forma de sabiduría en todo lo que le rodeaba y que había muchas cosas que aprender. La vida, visible o invisible, estaba en todas partes y todos los objetos poseían algo que podía resultarnos de utilidad, aunque fuesen las mismas piedras. Todo esto nos proporcionaba un gran interés por la vida. Y aunque uno no tuviera ninguna compañía humana, no se encontraba nunca solo. El mundo rebosaba tanta vida y sabiduría que un lakota no po-día ser consciente de la soledad absoluta. […]
Los niños lakotas jamás recibían medallas ni felicitaciones cuando hacían lo que se les había pedido. A ningún niño se le sobornaba ni se le premiaba por haber hecho lo que debía. Nadie hubiera osado decirle a un niño: Haz esto y te recompensaré. La recompensa se encontraba en el cumplimiento mismo del deber, y lo contrario sólo podía corromper las mentes de los niños y debilitarlas. Las lecciones no se imponían a los niños bajo amenazas ni castigos. Si alguien hubiera sorprendido a un lakota azotando a un niño, ese indio habría sido considerado una persona increíblemente miserable. […]
El aprendizaje consistía en buena medida en la formación del carácter, que empezaba en el momento del nacimiento y terminaba cuando se acababa la vida. La verdadera educación de los indios de basaba en el desarrollo de las cualidades individuales y en el reconocimiento de los derechos de los demás. En la educación de los lakotas no había ni sistema ni, como dicen los blancos, aprendizaje memorístico de las normas. Los niños indios nunca tenían que estudiar algo para sabérselo el mismo día, ni tenían que leer un libro antes de que finalizara el año. La educación no se llevaba a cabo en una clase, sino que consistía en un estímulo constante que fortalecía y animaba a los individuos a desarrollarse como tales. Cuando los niños están destinados a convertirse en individuos no hay ninguna necesidad de encerrarlos en una escuela ni de hacerles entrar en fila en un aula.”