* “Uno de los mitos más vivos y más extendidos es la existencia de una Edad de oro, caracterizada por la paz y la inocencia, antes de que alguna cosa destruyera aquel mundo idílico y nos redujese a la miseria y el sufrimiento. El Edén, o cualquiera que sea el nombre que se le dé, era el mundo de nuestros antepasados recolectores-cazadores […]
Rohrlich-Leavitt ha hecho notar que los datos de los que disponemos muestran que generalmente los cazadores-recolectores ignoran la agresión colectiva y rechazan la competencia entre grupos, reparten libremente los recursos, aprecian el igualitarismo y la autonomía personal en el cuadro de la cooperación de grupo y son indulgentes y tiernos con los niños. Decenas de estudios hacen del reparto y del igualitarismo el carácter distintivo de estos grupos:
Lee ha hablado de la universalidad del reparto entre los recolectores cazadores, igual que en la obra de Marshall se reseña una ética de la generosidad y de la humildad demostrando una tendencia fuertemente igualitaria entre los recolectores cazadores.
Tanaka proporciona un ejemplo típico: el rasgo de carácter más apreciado es la generosidad, y el más despreciado la avaricia y el egoísmo.
Baer ha reportado que el igualitarismo y el sentido democrático, la autonomía personal y la individualización, el sentido protector y el instinto alimentador como las virtudes cardinales de los no civilizados; y Lee ha hablado de una aversión absoluta por las distinciones jerárquicas entre los pueblos recolectores cazadores del mundo entero.
Leacock y Lee han precisado que toda presunción de autoridad en el seno del grupo provoca el enfado o la cólera entre los kung, como se había reportado también entre los mbouti, los hazda y los montañeses de Naskapi entre otros. […]
Según Duffy, los mbouti son naturalmente igualitarios: no tienen ni jefes ni reyes, y las decisiones que conciernen al clan son tomadas por consenso.
Dramper se impresionó por las relaciones distendidas y igualitarias entre hombres y mujeres San, con su suavidad y respeto mutuo […]
Por lo que se refiere a la violencia, Lee ha descubierto que los kung encuentran horroroso luchar y encuentran estúpida a la gente que se pelea. Según la narración de Duffy, los mbouti consideran toda violencia entre individuos con mucho horror y disgusto. […]
Duffy ha descubierto que todos los niños de un campamento mbouti llaman padre a todos los hombres y madre a todas las mujeres. […] Taylor ha descrito un contacto casi permanente con sus madres y con otros adultos de los que se benefician los niños bosquimanos. Los bebes Kung estudiados por Ainsworth presentan una precocidad marcada del desarrollo de las primeras actitudes cognitivas y motrices. Eso se atribuye tanto a la estimulación favorecida por una libertad de movimientos sin trabas, como al nivel de calor y proximidad física entre los padres/madres y los niños/niñas.” John Zerzan, “Futuro primitivo”